martes, 6 de octubre de 2020

Testing Manga 104 - Yū Yū Hakusho


Publicación: 20 de noviembre de 1990 - 12 de julio de 1994
Autor: Togashi Yoshihiro
Género: Batallas, sobrenatural, humor
Volúmenes: 19

Urameshi Yūsuke es el típico delincuente de instituto más preocupado por enfrentarse a bandas rivales que por cualquier otra cosa. Por ello, sorprende a todo el mundo cuando muere salvando a un niño de ser atropellado por un coche. Ese acto heroico le supondrá la oportunidad de volver a la vida, trabajando como fantasma para hacer el bien a los demás. Gracias a los poderes que adquirirá en sus encuentros sobrenaturales, terminará convirtiéndose en un detective espiritual para resolver los problemas del más allá.


TESTING GENERAL

Llevaba muchos años queriendo leer Yū Yū Hakusho, pero por una razón u otra, no me había puesto a ello. Recientemente pude hacerme con la versión en papel que editó Glénat en España, actualmente descatalogada, y por fin pude conocer a fondo la obra previa a mi querida Hunter x Hunter. Siendo más pequeño ya había podido ver varios capítulos del anime cuando lo echaban en televisión, por lo que era consciente del tipo de serie que era y su carácter mucho menos ambicioso que la actual obra de Togashi. Mi mente estaba preparada de sobra para el homenaje al shonen de los 90 que se le venía encima. Y así fue. 

Yū Yū Hakusho es un manga hijo de su tiempo, que encajaba como anillo al dedo en la Shonen Jump de hace treinta años. Iniciándose casi a la vez que Slam Dunk, presentaba un protagonista muy similar a Sakuragi Hanamichi. Un adolescente descuidado en los estudios, al que le encanta pelearse con otros gamberros, que esconde un gran potencial en el destino de su serie y un gran corazón. Y una tendencia muy natural al suceso cómico. Estaba demostrado que ese patrón funcionaba. Los primeros capítulos de Yū Yū Hakusho son excesivamente simples, muy apoyados en la parte humorística y sin plantear más allá de lo anecdótico alguna que otra batalla. No tarda demasiado en cambiar y convertirse en un manga en el que los combates lo van a ser todo. Ganan tanta fuerza que todo lo que ocurre alrededor puede considerarse una excusa para presentar batallas. Unas batallas, por otro lado, frescas y dinámicas que se alejan de la contemporánea Dragon Ball, en la cual un enemigo daba lugar a varios años de enfrentamientos y múltiples escaramuzas infructuosas. Yū Yū Hakusho apuesta por los encuentros breves y numerosos entre distintos personajes, siendo algo más laxo en cuanto su a duración, por supuesto, con los enemigos finales.

No voy a hacer de menos ni una de las abundantes virtudes de Yū Yū Hakusho, que a excepción de por su injustificable final, considero una serie imprescindible en el género de batallas y pilar del shonen tal y como lo conocemos ahora. Sin embargo, creo que hay que tener muy en cuenta su época para poder leerla por primera vez en 2020 y apreciarla de verdad. Las tramas que dan lugar a las sagas son excesivamente simples, las batallas son tan cortas en su mayoría que no dan lugar a la emoción, y sus personajes carecen de profundidad alguna. Casi todo lo que nos muestra ha sido replicado y mejorado en los mangas actuales, empezando por su sucesora espiritual Hunter x Hunter, que toma varias de sus ideas a medio perfilar y termina de darles forma, como los "territorios" de los médiums que se adaptaron a las habilidades nen, o los propios personajes, que uno a uno pueden identificarse entre los protagonistas de ambas series. Si hubiera visto su anime con diez años, estoy seguro de que la nostalgia me haría considerar la obra de una manera muy diferente, como me pasa con tantas otras. Pero no habiendo sido el caso, en todo momento me sentía leyendo algo notablemente entretenido, pero con un freno en la calidad que hasta unos años después no podía verse superado. Por la propia concepción del manga, por el público del momento, por el enfoque de Togashi, o por lo que sea. Una buena serie atrapada por su contexto.


TESTING CON SPOILERS

Escribo este testing con muchas dudas sobre lo que estoy exponiendo. Como ya he comentado, mi visión de Yū Yū Hakusho es la de un manga simple, pero efectivo entre la audiencia de la época. Esos puntos que hoy en día a mí se me quedan a medio camino son los que la hicieron triunfar en los 90, y quién soy yo para ponerlos en entredicho. Pero mi situación me ha llevado a leer este manga en 2020, con treinta años, y muchos cómics a mis espaldas. Así que, con las consideraciones oportunas, esta es mi opinión sobre la obra.

No creo que sea polémico apuntar que a la historia le cuesta arrancar. El primer planteamiento de Togashi es el de arcos cortitos, de un par de capítulos de media, donde el humor juega el papel más importante. No es hasta que Yūsuke se establece como detective espiritual y empieza a manifestar sus poderes cuando el factor de los combates empieza a ganar peso, entrando de lleno en ese ambiente en la saga del torneo para hacerse el heredero de las artes de Genkai. Kuwabara ya es en ese momento un aliado más y poco después se establece el grupo principal junto a Kurama y Hiei, donde se puede decir que comienza verdaderamente la parte fuerte de la serie. Como protagonista, Yūsuke funciona de forma estupenda, aunque quizás en ocasiones absorba demasiada atención. Hiei establece una rivalidad de poder con él que nunca llega a ser real, ya que Yūsuke no deja de conseguir aumentos de fuerza que dejan atrás en un suspiro a sus compañeros. Por esa razón y por esa actitud en la que nunca deja claro sus verdaderos sentimientos por el grupo, Hiei no llega a gustarme tanto como a la mayoría del público. Además, casi nunca se le ve al cien por cien de sus capacidades por algún gasto de energía anterior, dando la impresión de que el guión lo frena constantemente. Kurama es mucho más estable en cuanto a actitud y poder, y Kuwabara me parece el más divertido del equipo. Sus combates suelen ser además los más entretenidos debido a la versatilidad de sus poderes y su personalidad más abierta.

Ese dinamismo en las batallas tan característico en la serie se aprecia de primera mano en el Torneo Oscuro. Ya sólo por su origen, participando Yūsuke y compañía por una razón tan simple como que han sido invitados, deja claras las intenciones detrás de este evento. Enfrentamientos clásicos, a muerte, con trampas, con normas impuestas sobre la marcha, EL DUELO A MUERTE CON CUCHILLOS, y todo lo que vaya surgiendo es bien acogido en esta saga. Queda para el recuerdo de los fans la batalla final de Yūsuke contra el menor de los Toguro, sobre todo en el anime. No puedo decir lo mismo en lo personal, ya que debido a mis circunstancias ya mencionadas en cuanto a mi concepción de este manga, no ha llegado a impactarme como lo habría hecho habiéndolo leído en el momento ideal. De cualquier forma, sé apreciar el buen material cuando lo veo, y ese combate es mandanga de la buena para cualquiera que esté iniciándose en el shonen. Si tengo que ponerle algún pero, lo hago a los power ups de uno y de otro lado que van sucediéndose cada pocas páginas.

La saga del antiguo detective espiritual es seguramente la que más me ha gustado y diría que la mejor del manga. No es que en esta ocasión el guión haga maravillas, pero se observan entre los rivales unos poderes mucho más originales que los que habíamos tenido hasta la fecha, dando lugar a resoluciones muy diferentes. Esas habilidades, algunas pasando a formar parte del grupo protagonista, nos dejan nuevas maneras de pelear, de encontrar información y de afrontar las situaciones que ayudan a sentir la sensación de cambio respecto al arco anterior. Siendo Kuwabara el personaje al que más me gustaba leer, agradecí un montón la adquisición de la capacidad de atravesar las dimensiones con su espada haciéndole clave en el conflicto.

Y llegó el arco final. Togashi planteó en ese momento lo que parecía la saga definitiva, mostrando a los tres soberanos del inframundo y llevando al lado de cada uno a Kurama, Hiei y Yūsuke. En ese momento ya se puede apreciar cierta prisa por preparar el terreno, acelerando ese punto de partida y con un salto temporal para volver a presentar un torneo, esta vez con una importancia real para dominar el mundo de los demonios. Pero si en esa preparación ya se notaba un ritmo acelerado, lo que vino después superó la velocidad de la luz y rompió la barrera del entendimiento. Las batallas apenas tendrían duración, todo tenía una pinta demasiado casual, y el combate de Yūsuke contra Yomi se saldaría sin ver su final. Un demonio cualquiera resultó vencedor pasando por alto cualquier enfrentamiento interesante que pudiera haberse producido, terminando todo como un enorme gag que aún tenía pendiente la puntilla para convertirse en uno de las peores conclusiones que ha habido en un manga. Ese punto final sería el de enlazar varios capítulos sin ninguna conexión con la historia, algunos de ellos con una duración de dos o tres páginas, en lo que parece puro relleno para poder sacar un volumen extra que los incluyera.

¿Qué pasó realmente para que todo terminara así? En este punto se gestó la leyenda de Togashi y sus extraños hábitos respecto a sus mangas, ahora orientados hacia los parones, pero que en ese momento dejaron unas sensación extrañísimas en cuanto a la dirección de su obra. ¿En qué momento se cansó de su propia historia? Si tuviera que apostar, diría que la última saga, viendo cómo aumentó el ritmo narrativo desde su inicio, la hacía ya por obligación. Lo que nunca sabremos, de ser así, es si fue una obligación autoimpuesta o por presión de la editorial. O quizás no fue capaz de llevar a tal duración su primera serialización larga y todo se le desmoronó. ¿Y esos últimos y ridículos capítulos? No he visto el anime, pero según he podido ver, redondeó un poco esa resolución tan precipitada y mostró combates que en el manga no se vieron, además de saltarse ese relleno posterior. Una gran decisión.


VALORACIÓN

Dibujo: 6. No es la mayor cualidad de la serie. Notable en las secuencias de acción, pero poco destacable en general salvo cuando Togashi quiere crear una viñeta impactante.
Línea argumental: 6. No pretende más que ir enlazando entre arcos de la forma más básica. Incluso dentro de las sagas tampoco tiene mayor peso.
Personajes: 7. No profundiza demasiado en ellos, pero encajan muy bien en el tipo de serie que se plantea.
Duración: 6. El combo de la última saga a cámara rápida junto con el bochornoso final no deja en muy buen lugar la planificación de la obra.

Nota para Ruff: 6

Siempre me queda una sensación extraña al escribir sobre mangas de hace tanto tiempo. La narrativa evoluciona, los lectores nos hacemos mayores y sin la nostalgia de haberlos leído de niños es difícil hablar sobre lo que se supone que se debía haber leído en otra época. Lo mismo me ocurre cuando estoy inmerso en la lectura, esforzándome por tener siempre en mente el contexto del momento original. Sé que habrá gente a la que mi consideración le importará un bledo y no aceptará mi opinión, pero espero que haya otra que entienda mis esfuerzos por encontrar el equilibrio entre lo que fue disfrutar de la serie en su momento y lo que supone entrar en ella ahora. En cualquier caso, aquí debajo tenéis una cajita de comentarios para insultarme y quedaros a gusto. Os animo a utilizarla.

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