viernes, 28 de agosto de 2020

Testing Manga 103 - Gin no Saji


Nombre alternativo: Silver Spoon
Publicación: 6 de Abril de 2011 - 27 de noviembre de 2019
Autor: Arakawa Hiromu
Género: Slice of life, comedia, escolar
Volúmenes: 15

La vida escolar no está siendo nada fácil para Hachiken Yuugo. Estudiar y ser el mejor de la promoción se ha convertido en una obsesión para él, presionado por su padre para vivir en una constante competición académica. Tratando de escapar de ese ambiente, decide buscar un instituto lejos de su hogar y que pemita vivir como interno en él. La mejor opción resulta ser la escuela agrícola de Yezo, centrada en formar a personas que buscan trabajar en el mundo rural. Rodeado de profesores y compañeros criados en un entorno totalmente diferente al suyo, Hachiken aprenderá a valorar la vida y sus problemas desde un nuevo enfoque en el que nunca había reparado.


TESTING GENERAL

Cuando Arakawa Hiromu finalizó Fullmetal Alchemist y menos de un año después comenzó Silver Spoon, a muchos nos resultó sorpendente. La autora de para muchos uno de los mejores shonen de la historia pasó de dibujar batallas y escribir tramas complejas a elaborar una tranquila historia escolar en la que lo más trepidante que aparece es una competición de hípica. A primera vista, parecía que estaba desperdiciando su talento. ¿Por qué ese cambio con lo bien que se le había dado la acción y las conspiraciones? Eso me preguntaba hasta que leí sus primeros capítulos. Hasta que me di cuenta de lo buena que era esta nueva serie de Arakawa. De lo estupenda autora que es y de que en muy poco tiempo había olvidado mis pensamientos iniciales porque me lo estaba pasando bomba con Gin no Saji.

Suelo sentir predilección por las obras que cuentan con un guión atrayente, en el que las tramas se van entretejiendo y las revelaciones suponen uno de los grandes alicientes de las mismas. Silver Spoon no tiene nada de eso, y es por ello que me fascina tanto. Si bien existe una línea argumental que dirige a los personajes y tiene varios golpes de efecto interesantes, no es eso lo que te hace devorar sus capítulos. Su gran virtud es el buen rollo que consigue transmitir. En Silver Spoon no hay villanos. Ni siquiera rivales a los que superar. Los personajes presentan una amistad idealizada al extremo desde la que no dejan de colaborar, apoyarse, y hacer la vida de los demás siempre un poquito mejor. Leer Gin no Saji es reconfortante y, al menos a mí, me transmite mucha paz. Y ni mucho menos todo lo que cuenta son experiencias de gente feliz. De forma continua nos hace ver lo dura que es la vida rural, los problemas del sector primario invisibles a la mayoría de población urbana, y lo difícil que lo tienen los chicos y chicas nacidos en estas familias. Pero, a la vez, también nos habla de lo gratificante que es conseguir tus objetivos a base de trabajo duro, de lo buena que es la comida fresca, y del placer de trabajar con animales. Una atmósfera especial que consigue que las decepciones se conviertan en la oportunidad de ser una futura alegría. Algo muy difícil de conseguir y que Arakawa recrea de manera maravillosa.

Una gran parte del éxito de esta fórmula viene dada por los personajes. Creo que estaremos de acuerdo en que una de las mayores virtudes de Fullmetal Alchemist es el buen tratamiento de sus éstos. En Silver Spoon, al no tener que responder con ellos a las exigencias de una línea argumental complicada, pueden volcarse completamente en los diálogos, las relaciones entre ellos y su crecimiento. Verles hacer equipo, aportando cada uno los conocimientos de su campo, e hincharse a comer tras lograr su objetivo, es una constante a lo largo de sus páginas que nunca deja de producir agradables resultados. Uno llega a un punto de plantearse si no ha desperdiciado su vida asistiendo a un instituto normal en vez de inscribirse en la academia rural de la zona, si es que existen. Y por último, destacar también en gran lugar los golpes de humor. Hay buen rollo, hay drama, pero también muchas risas. Hacía tiempo que no me reía tanto como con Tokiwa.

Todo lo que he comentado hasta ahora lo hace parecer el manga perfecto, pero Silver Spoon no ha estado exento de problemas. Durante su último tramo, la autora anunció que un familiar cercano había caído enfermo, y que por cuidar de él no iba a poder dedicarle a la serie el tiempo que necesitaría. A raíz de esto, los descansos entre capítulos empezaron a ser habituales, con algunos de ellos de gran duración.  Se interrumpió así la continuidad del manga, sobre todo llegando al que sería el último volumen, el número 15, con sus capítulos publicados a lo largo de varios años. Esto hace pensar en si el final que hemos podido leer es el que Arakawa tenía pensando en un inicio, o fue diseñado para cerrar la serie y poder centrarse en su familia. Nunca lo sabremos, pero sí es cierto que en los volúmenes finales, el ritmo narrativo aumenta y se ven muchos saltos temporales en comparación con sus inicios. Sin embargo, lo que en otras obras sería sinónimo de bajón de calidad, no ocurre en Silver Spoon. Todo se empieza a dirigir apresuradamente hacia un final que, aunque puede que no sea el original, funciona sorprendentemente bien. Por tanto, leyendo la serie de golpe ahora que ya está finalizada no supone un inconveniente, aunque siempre nos rondará la duda sobre cómo habría avanzado la trama si pudiera haberse desarrollado de manera natural. Para los que seguían el manga al día en su momento, sí, no fue lo más agradable. Pero primero va la familia y después los tebeos, así que todo mi reconocimiento a la autora.


TESTING CON SPOILERS

Creo que podría definir Silver Spoon con dos momentos. El primero es el día que hacen pizza, una de las primeras ocasiones en las que los estudiantes organizan algo en grupo y Hachiken comienza a ver las bondades de la escuela y de la vida rural. Un agradable capítulo en el que Yuugo experimenta la responsabilidad de encargarse de una tarea colectiva y por la cual empieza a ser reconocido por sus compañeros. Además, la pizza tiene una pinta estupenda y todo lo que transmiten esos instantes es pura satisfacción. La cara bonita del manga, en definitiva. El segundo de esos momentos es precisamente el que emite la sensación contraria, y es el abandono de la academia de Komaba. Ver a alguien que se esfuerza tanto en sus estudios, en su trabajo, en su afición, y que, pese a ello, no es capaz de conseguir sus sueños. Komaba se ve obligado a dejar la escuela, a vender la granja por la que tanto ha sacrificado, y a dejar pasar la oportunidad de jugar al béisbol profesional. Hachiken, al que hemos visto en todo momento tratar de ayudar a sus amigos, no puede hacer nada en esta ocasión. Lo que en otras series se solucionaría de alguna manera u otra, aquí no tiene vuelta atrás. Komaba nunca vuelve a la escuela. Un duro palo cuando todo eran sonrisas y alegría. Es cierto que al final de la historia vemos que su situación ha mejorado, pero lo que ha perdido nunca puede ser recuperado.

Hay situaciones que llevan mezclados el buen humor y el drama, como la tristeza por sacrificar a Tazón de Cerdo y el jolgorio que se monta después con su carne. U otras más difíciles que al final le sirven a Hachiken para avanzar, como su desmayo en el festival escolar con el que aprende a decir no a las propuestas de los demás. También hay amor, muy inocente, en su relación con Mikage. Y decepciones, como vimos en su horrible participación en el campeonato nacional de hípica. Pero, sobre todo, hay un buen humor que contagia todo. Ya he mencionado a Tokiwa como el pilar en la comedia de la serie. Esparciendo los rumores sobre las parejas de alumnos, haciendo yogur en el baño de hombres, o robándole el dinero de la hucha al perrito, es difícil que no te saque varias carcajadas. Y hay sentimientos frustrantes que, pese a estar tremendamente exagerados, no son ajenos a casi nadie. Por ejemplo, los que Hachiken mantiene con su padre.

La obsesión otaku de Nishikawa, la cerveza siempre a punto de Fuji-sensei, Yoshino chanteajeando a Nakajima-sensei para quitarle los quesos, Tamako y su pasión por el dinero, Shingo preparando comida mortal, la inquebrantable moral de Ayame, Ookawa-senpai y su incapacidad de encontrar trabajo... Y paro porque podría comentar un aspecto de casi cada personaje que aporta al global su dosis de humor, de diversión o de manera de ver la vida que hace Silver Spoon tan bonita y especial como es.


VALORACIÓN

Dibujo: 8. Arakawa no se recrea en el dibujo, pero te conquista con sus agradables diseños y los gags visuales.
Línea argumental: 7. Globalmente, la línea a seguir se va moviendo según requiera la situación, pero cada pequeño arco y cuándo introducirlo está calculado a la perfección.
Personajes: 10. Junto al aura que despide su obra, la clave para enamorarte. Los genera como churros y no hay ni uno solo sin su detallito ni que esté fuera de sitio.
Duración: 8. Por muchos problemas de continuidad que haya tenido su publicación, se ha adaptado perfectamente dejando unos 15 volúmenes bien redondos. Sin embargo, se me antoja imposible pensar en cómo habría crecido la historia sin causas externas que la influyeran.

Nota para Ruff: 9

Estos dos pedazo de mangas que nos ha dejado Arakawa la sitúa de cabeza como una de las mejores autoras, y autores, en el panorma editorial actual. No son sus únicos trabajos, pero sí los más ambiciosos y en los que demuestra que está por encima de los géneros literarios. Cuando su situación personal mejore, espero que lance otro manga, que lo leeré sea sobre lo que sea. Se ha ganado la mayor de las confianzas e iré con ella hasta dibujando sobre... no sé. Shogi, por ejemplo. Algo que no entienda. Seguro que me encanta.

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